miércoles, 25 de septiembre de 2013

John Mayer, el niño bonito del blues light.



Vi el sábado 21 de septiembre la presentación del niño maravilla del blues (del pseudo blues) en rock In Rio y la verdad es que fue muy decepcionante y me gustaría explicar por qué.

1. Es muy empalagoso como vende la imagen de hombre-niño sensible que entiende a la mujeres. Dice lo que ellas quieren escuchar, les canta al oído, pero hace como que no. En buen chileno, vende la pomada. Y le resulta. Sufre lo que canta (o hace como que), es caballero, pero tiene tatuajes. Se preocupa de como se ve, pero sale a cantar con una jardinera desabrochada. En fin, parece chico malo, pero actúa como el más bueno de todos.

2. Su música es muy fome. Toca un blues tipo balada muy pop. Legítimo, pero sin fuerza ni garra. La verdad es que la presentación se hace larga, demasiado quieta y si uno no está interiorizado acerca de su música (como es mi caso), lo que se oye es un largo lamento amoroso y quejón que no produce mucha empatía en los hombres, salvo que las palabras y la música inciten al momento romántico con la chica de uno. Vi mucho beso y arrumaco mientras cantaba, confieso que me dio envidia.

3. El tipo es un excelente guitarrista, de verdad notable. La banda suena sincronizada y hay un mérito en como usa su virtuosismo al servicio de la canción.

4. Es una buena cosa que las chicas se emboben con una propuesta musical mejor que las boys band o Justins Biebers que hay. Igual debe haber un mundo mejor si el ídolo de las adolescentes (y las no tanto también) es un gran músico y no un grupo de niños con fecha de vencimiento.

Conclusión:

El tipo es bueno, pero fome. Si eres mina y tienes sentimientos te va a gustar. Y también a tu mamá quizás.


martes, 10 de septiembre de 2013

Soy de la "U" por el gran Francisco Mouat




Lo importante de este libro es el valor testimonial que tiene.

Explicar de manera racional por qué uno sigue a un equipo de fútbol o por qué uno sigue a la U (que es más que un equipo de fútbol claramente). Poner eso en palabras es muy complejo, porque al final es hablar de amor. Ni más ni menos.

En primer término me parece que es algo muy masculino la visión del libro. Es muy testimonial y me gusta el acercamiento que tiene a los asuntos humanos el gran Francisco Mouat. Es todo muy simple, vas creciendo y alguien te muestra un camino que ya está trazado en parte y el resto sucede solo. Seguir a la U es seguir algo que uno quiere y siempre está ahí. Cuando uno lee el libro es inevitable pensar por qué uno es de la U.

Yo soy de la U por opción. Elegí ser de la U. En mi caso no vengo de cuna azul, mi papá era de Rangers de Talca (mi segundo equipo, lo quiero mucho) y siempre fue respetuoso de mis colores. Que eran blancos. Fui colocolino de chico. Nadie es perfecto. Y un día, fuimos al estadio en familia. Reunión doble, en el preliminar jugó la “U”. Nosotros siempre nos sentábamos en la galería sur, cerca de los hinchas azules, que eran menos que los colocolinos, pero más unidos. El hecho es que la “U” ganó. Jugando bien y dando clase, no recuerdo a quien (Huachipato quizás) y eran los primeros tiempos en que la Bullanguera gritaba todo el partido y se apreciaba una mística que yo no había visto y me atraía mucho. Me enamoré de la barra y del amor que expresaban. Visto en perspectiva fue poco conveniente. Porque al tiempo la U cayó en un hoyo que finalmente la llevó a segunda división, mientras Colo Colo y la UC vivían tiempos mejores. Pero eso aumentó mi sentimiento. Creo que ser de un equipo es una forma de ver la vida, es una visión de mundo; y en la U había algo de rebeldía, de tozudez en ser de un equipo que siempre estaba ahí, a punto, pero que seguía y seguía. Un equipo grande, pero forjado en la adversidad, eso es la U.

Mucho tiempo después vino la Copa Sudamericana, y varios campeonatos para ponernos al día. Pero esa es otra historia. El amor se forjó desde antes, desde hace tiempo, cuando el sufrimiento era regla.


En fin, como dice mi hijo, el fútbol me cambia la vida.

Dato muy importante del libro: aparezco en las páginas de las dedicatorias. No sé muy bien cómo llegué ahí, pero comparto las mismas páginas de José Marcelo Salas, de Leonel, Gino Cofré, Superman Vargas, Carlos Campos, Mariano Puyol y varios más. Créanme, no es poco. Yo creo que el autor Francisco Mouat se pasó de amable. Es un honor, un regalo absolutamente inesperado y quizás inmerecido.